martes, 24 de agosto de 2010

Sin policías, sin tranquilidad.



Por Mariela Barrantes Benavides.


Personas con semblantes tranquilos, mujeres y hombres trabajadores según sus uniformes o comentarios, otras con acento nicaragüense, así una por una subían estás personas al bus de Guararí cuando el sol comenzaba a esconderse.

Una parada de buses contrastante con la estación del tren de Heredia que se ubica a escasos 20 metros una con otra.

Al abordar el bus la experiencia comienza, individuos con apariencias extrañas suben también al bus, es ahí donde puedo observar que la mayoría de los ocupantes son extranjeros.

El sonido de autobús viejo aborda también y nos acompaña. Una maquina un poco atrasada en cuanto a estética y funcionamiento.

El trayecto fue corto, movido, la fama que adquirió Guararí luego de los asesinatos de dos hermanos en el lugar durante el mes pasado aún permanece en los diálogos de los lugareños.
-¿Mirá y no volvieron a matar a nadie verdad?-i mirada viajaba de un lado a otro para no perder el hilo de la conversación de estos hombres que iban sentados un asiento tras de mí.

Levanta los hombros en señal de no saber del tema … -¡No que yo sepa machillo!- el hombre luego de estas palabras toca el timbre y se baja del bus.

Por la ventana otro mundo me mostraba en cada esquina mujeres con aspecto sucio y vulgar, sus pantalones terrosos , piel curtida y cabellos descuidados. Jóvenes portando vestimentas al mejor estilo Neoyorquino de los guetos o bien llamados barrios bajos.

¿Porqué tanta pobreza y peligro? Era mi pregunta en esos momentos. El bus me hacía sentir dentro de una burbuja donde estas personas de mal aspecto no podrían hacerme daño si no se subían al bus.

Fácil pude observar a un muchacho que estaba a poca distancia de un Súper de chinos vendiendo lo que parecían bolitas de aluminio, su negocio era atractivo porque muchos adolescentes y adultos se acercaban a comprar su producto.

Tanto ese escuchó en las noticias de los operativos que implementó la Fuerza Pública que llegué a creer en la seguridad prometida por el gobierno en el lugar, una gran decepción es lo que pude sentir en mi recorrido por Guararí, ni un solo policía rondando la zona.

Casas en buen estado , tugurios , la clase media y baja batallando contra el hampa, un paisaje de delincuencia, una flor podrida en la cuidad de las flores.